La flexibilidad y la agilidad en las empresas y en el ámbito regulatorio serán determinantes a la hora de asegurar crecimiento y el éxito de nuestro entramado empresarial. La salida de esta crisis requiere confianza, liderazgo, compromiso y un refuerzo en la colaboración público-privada.
La crisis desatada por la COVID-19 no ha hecho sino ponernos frente al espejo de la vanguardia, exigiendo lideres eficientes, equipos comprometidos y una nueva visión de futuro en muy corto plazo. Las compañías deben ser creativas y flexibles ante un escenario de incertidumbre que, por otro lado, puede proveer múltiples oportunidades. La digitalización y la implementación del teletrabajo en pocos días han sido el mejor ejemplo, un camino que parece no va a hacer sino profundizarse. Es el momento, además, de mirar más allá. La disrupción de la COVID-19 brinda una oportunidad para replantearse cuestiones como el propósito y la creación de valor e integrar en la agenda el impacto medioambiental, la sostenibilidad, la diversidad, o la responsabilidad social en un mundo globalizado. De este modo, la generación de empleo y riqueza deberían ir de la mano de modelos de negocio resilientes, sostenibles y competitivos a largo plazo.
Las empresas necesitarán igualmente de un legislador ágil, capaz de desarrollar el marco regulatorio adecuado para que puedan salir adelante, innovar, atraer talento y ser más competitivas
En esta transformación, las empresas necesitarán igualmente de un legislador ágil, capaz de desarrollar el marco regulatorio adecuado para que puedan salir adelante, innovar, atraer talento y ser más competitivas, adecuándose a las nuevas demandas.
Para ello, es necesario repensar en profundidad y con criterios claros la relación entre lo público y lo privado, redefiniendo sus papeles. El alineamiento y la coordinación entre lo público y privado deben reflejarse también en lo que a la agilidad en la toma de decisiones y capacidad de adaptación se refiere. Al igual que las empresas han de introducir de manera recurrente en su gestión planes de contingencia que sean capaces de modificar estrategias de manera ágil para adaptarse a coyunturas no previstas, la administración debe estar igualmente preparada para reaccionar con flexibilidad de manera que la colaboración conjunta sea lo más efectiva posible ante cualquier situación sobrevenida.
Es imprescindible, por tanto, una comunicación continua entre lo público y lo privado, compartiendo tanto estrategias como planes de contingencia.
Pronto se terminarán de negociar y definir las ayudas europeas para el proceso de reconstrucción. Su implementación puede ser un buen punto de arranque para profundizar y hacer más eficiente, de manera estructural, la colaboración público-privada.
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