El desastre provocado por la pandemia deja tras de sí innumerables dramas personales y familiares, a muchas personas sin empleo y un tejido económico sensiblemente afectado. Toca ahora desarrollar las medidas necesarias para promover y facilitar la recuperación.
Todos los países del mundo están desplegando planes de inversión para mitigar el riesgo de una recesión prolongada. En España, al decidir cuál es nuestra respuesta a esta crisis, no debemos recurrir a fórmulas del pasado, ni ofrecer soluciones oportunistas, estériles o desajustadas para una economía con una imperiosa necesidad de transformación.
Si queremos recuperarnos, debemos orientar los estímulos y las inversiones hacia el objetivo de crear una sociedad más sostenible y resiliente ante futuros shocks sistémicos, abordando los retos a los que nos enfrentamos: generar empleo de forma rápida y prepararnos para afrontar mejor futuras amenazas, de entre las cuales la lucha contra el cambio climático era, es y será –antes y después de la crisis de Covid-19– el peligro más acuciante para nuestra generación.
Es el momento de regenerar, de transformar el reto de la recuperación en una oportunidad de crecimiento basada en un modelo de prosperidad resiliente y sostenible. Si basamos los planes de recuperación que ahora debemos implementar en modelos del pasado, nunca aplanaremos la curva de nuestras emisiones de carbono. Peor aún: estaremos acelerando la llegada de nuestra próxima crisis, que sin duda estará relacionada con el irreversible fenómeno del cambio climático.
La necesidad de programas de crecimiento verde, como el European Green Deal auspiciado desde la Unión Europea es ahora más perentoria que nunca, particularmente en países como el nuestro, en el que aún queda mucho camino por recorrer en ámbitos como el de la generación de energía limpia, la calidad del aire, la eliminación de residuos, el reciclaje de materiales, la eficiencia energética, la movilidad eléctrica o la gestión racional de un recurso escaso como el agua, por citar algunos ejemplos.
En España, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) puede servir de base para un programa de crecimiento económico con amplio potencial de generación de empleo en nuestro país. El PNIEC contempla la creación durante la próxima década de entre 250.000 y 350.000 puestos de trabajo netos anuales vinculados la descarbonización de la economía. Además, aspira a movilizar más de 241.000 millones de euros de inversiones públicas (20%) y privadas (80%) en el mismo periodo. Necesitamos promover y asegurar el desarrollo y cumplimiento de los objetivos de este plan para contrarrestar el shock económico del coronavirus y reconstruir el desgarrado tejido industrial de nuestro país.
Las tres emergencias actuales (sanitaria, económica y climática) no deben ser tratadas de forma independiente, en la medida en que su solución combinada puede constituir una oportunidad para mejorar el bienestar de los ciudadanos y fortalecer nuestra economía en el futuro más inmediato.
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