El relanzamiento de nuestra economía va a exigir repensar nuestro modelo productivo a la luz de la experiencia que proporciona la crisis. Y esto aplica al mundo empresarial, pero también a muchas instituciones públicas y privadas.


Uno de los elementos que deberemos enfatizar mucho más será la robustez de nuestros modelos de negocio, tanto en la vertiente operativa, como en la financiera.

 

En la vertiente operativa, hemos de pasar del “just in time” al “just in case”. Es decir, además de la eficiencia de los procesos y las cadenas de suministro, hemos de tener en cuenta su robustez y resiliencia ante circunstancias excepcionales que son difíciles de anticipar.

 

En la vertiente financiera, la crisis ha puesto de relieve la bondad de un enfoque basado en la previsión y el control de riesgos. Es decir, ser precavidos y de este modo garantizar la sostenibilidad financiera de nuestras empresas a largo plazo y nuestra capacidad de resistencia ante entornos que pueden ser inesperadamente adversos.

 

Estas lecciones se aplican en la empresa pero también en el sector público, y no solamente en el sanitario, sino para el conjunto de las administraciones públicas, tanto en su gestión como en sus finanzas.

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