La idea más importante, sin duda, aunque no la más urgente (y por ello se pospone una y otra vez), es la reforma de la Ley Electoral en dos sentidos.

 

El primero sería suavizar el sistema de listas cerradas y bloqueadas, sistema que, junto a la generalización de las primarias en el seno de los partidos, ha conducido al cesarismo plebiscitario en todos ellos. Si la dirección debe representar a la militancia (y a los diputados), ha acabado resultando lo contrario: los diputados y la misma militancia representa a la dirección, que los elige, lo que ha desvitalizado al parlamento haciendo de los diputados funcionarios de los partidos.

Reformar la Ley Electoral en dos sentidos: suavizar el sistema de listas cerradas y bloqueadas, y favorecer la gobernabilidad incentivando la formación de gobiernos con mayoría.

La segunda reforma de la ley electoral iría en el sentido de favorecer la gobernabilidad incentivando la formación de gobiernos con mayoría ¿Cómo? Hay muchas fórmulas, pero quizás la de otorgar una prima de diputados al partido ganador puede ser la más sencilla y eficiente. En todo caso hay que romper la dependencia de partidos minoritarios regionales que, además de gobernar sus regiones, indirectamente se imponen al interés general de la nación.

 

Se podrá decir que ambas reformas caminan en dirección contraria, pues si la segunda refuerza la gobernabilidad la primera podría debilitarla. Cierto. Por eso creo que deben ir juntas.

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