La respuesta a la crisis está lastrada por unas administraciones públicas con graves déficits de gestión cuya reforma debería ser una prioridad. Históricamente las reformas del aparato del Estado se dieron en países devastados por graves crisis, por lo que la actual debería representar una oportunidad para nosotros, y en este sentido quince personas interesadas, coordinadas por Francisco Longo, hemos hecho recientemente un manifiesto.
Es fundamental incorporar al sector público dosis masivas de talento, lo que obliga a cambiar los sistemas de reclutamiento y retribución y a diversificar las formas de empleo.
Es primordial cambiar la forma de definir e implementar las políticas públicas, basando su diseño en datos y evidencias y realizando una evaluación independiente de sus resultados. Es fundamental incorporar al sector público dosis masivas de talento, lo que obliga a cambiar los sistemas de reclutamiento y retribución y a diversificar las formas de empleo. La habitual estructura piramidal de decisión, por otra parte, no siempre es la más eficiente. Se necesitan directivos públicos elegidos con criterios estrictamente profesionales, con autonomía de gestión y rendición periódica de cuentas.
Una Administración así mejoraría la capacidad de respuesta a las crisis, facilitaría las reformas del sistema de salud y del sector educativo, replantearía el aparato burocrático haciéndolo más eficaz y menos pesado y albergaría políticas públicas con fines específicos.
Importantes serían las destinadas a: a) sostener rentas y reducir la exclusión laboral y social, b) intensificar la investigación. Entre las primeras, además de programas de renta mínima, es crucial replantear las políticas activas de empleo, como la formación profesional dual y la agencia de empleo, que necesita verdaderos especialistas. En los segundos no sólo se trata de aumentar la financiación es fundamental también cambiar radicalmente su gobernanza. En ambos casos hay espacio para plantear modelos de colaboración pública-privada.
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