¿Qué va a pasar?
La manera de trabajar y producir va a cambiar como consecuencia, no sólo de la digitalización creciente de los procesos productivos, sino en las formas de producir – cadenas de valor- más integradas, menos globalizadas, más nacionales.
La ampliación de los bienes y servicios considerados esenciales recuperará las producciones nacionales. Es previsible una “guerra fría” tecnológica en favor de la des-globalización poniendo en riesgo el libre comercio con medidas crecientemente proteccionistas. Las asimetrías en los sistemas de apoyo a empresas y sectores, en función del país de la sede social de la empresa, distorsionarán la competencia en los mercados.
La crisis indudablemente va a ofrecer nuevas oportunidades de negocio, aparte de hacer desaparecer otros muchos. Algunos probablemente ya estaban sentenciados como el uso de energías no renovables, y procesos productivos por sus impactos en la sostenibilidad, pero la inviabilidad de otros es sobrevenida, pienso por ejemplo en el modelo actual del turismo masivo y muchos sistemas de compra y de prestación de servicios.
¿Qué se puede hacer?
Defender la inversión en el sistema científico-tecnológico es ya un lugar común, pero ahora es realmente imprescindible para hacer posible un sistema productivo más sostenible y generar nuevos negocios ante la crisis y las necesidades futuras de la sociedad.
Las administraciones publicas deberán:
a) garantizar el funcionamiento de los mercados, más que ampliar su presencia en los mismos, evitar soluciones simples de “más estado” ante todo problema.
b) acelerar la transformación digital, empezando por las metodologías docentes y las administraciones públicas,
c) incentivar la inversión en redes-infraestructuras – que se convierten en condición necesaria para competir.
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